Tengo coronavirus

Tengo coronavirus

por Jonathan Becedas

Tengo coronavirus:
el virus de la muerte;
el que ha dejado a la humanidad
sin sabiduría,
sin experiencia,
sin nuestra memoria;
el que nos ha parado
los pies.

Y ahora, ¿qué?
¿Lanzo una moneda al aire
a ver qué sale?
Y, ¿si sale cruz?

¿Qué será de mis pequeños?
¿Qué será de mis mayores?
¿Qué será de mi amor?
¿Qué será de mi?

Tras la ventana respira la Tierra.
Ahora que puede.
Tuvo la soga al cuello
y se puso morada.
Ahora nos aprieta un poco
para que sepamos lo que pasa
cuando falta el aire.

Y mientras los pájaros cantan,
mis pulmones revientan.

Quizás lo tengamos merecido,
pero, ¿yo también?
Yo no hice nada.
Quizás por eso:
por cobarde,
por ser un soldado más,
por estar subyugado al poder,
por abrazarme al “progreso”,
por extender la basura,
por arrancar el coche,
por subirme al tren,
por venderme,
por infravalorar el tiempo,
por ayudar a destruirlo todo.
Pero, ¿y nuestros pequeños?
No han hecho nada malo.
Quizás por eso
les salió cara.

¡Ay! Pero yo… no,
todavía no.
¡Aún es demasiado pronto!
¡Tengo mucho que hacer!
¡Puedo cambiar!
¡Seré mejor!
Ya, pero el virus no hace distinciones,
y mi error fue ser como los demás.
Tal vez lo peor es que no pude elegir.
Me hicieron así.
Y ahora, que quería cambiar,
ya es tarde.
¡Maldita sea!

Pero no tengo miedo
a pesar de todo.
Estoy tranquilo por mí,
pues vuelvo al lugar de donde vine;
pero lo que dejo atrás
me arranca las lágrimas.
Lo siento, mis niños;
quizás falte a mis promesas…
Lo siento, madre;
sé que no tendría que ser así.
Lo siento, padre;
hice lo que pude.
Perdóname, mi amor,
hasta que la muerte nos separe.

Cierro los ojos
Y mientras el sol
calienta mi piel pálida,
escucho a la Tierra,
en el silencio del hombre.

Entonces, suenan las campanas:
son las ocho de la tarde:
hora del aplauso a los guerreros.
Las palmadas resuenan en su propio eco.
Vítores y vuvuzelas
alientan las sirenas de la batalla.
La marcha la marca la melodía
que brota de un sexto piso,
y cuando llega el estribillo
me digo a mi mismo:
“¡Resistiré!”