Carta al Presidente
por Jonathan Becedas
Sr. Presidente de cualquier lugar: ¡Vas a matarnos! Y le digo esto porque no le tengo aprecio. Si se lo tuviese, haría como los que le rodean: contribuiría a dejarle limpias sus honorables posaderas, y a decirle, que lo hace muy bien, siendo mentira. Pero no es así. No se puede dirigir midiendo las vidas en monedas, ni en papeletas. En realidad no es culpa suya, sino de su intelecto: no le enseñaron a usarlo debidamente en sus estudios de embusterología criminal, donde adoran a los alumnos aventajados en hipocresía: les ponen Matrícula de Honor. Ahí no se enseña a ser líder, ni se enseña a cuidar del prójimo, ni a lavar los pies. Y por lo que veo, tampoco matemáticas. Se enseña a arrugar el corazón y a pisar hondo, a toda costa, con tal de alimentar el ego. Pero éste, por mucho que engorde, no se sacia. La tentación es tan fuerte… ¿verdad? Lo comprendo, se tiene que estar muy bien con el trasero brillante en cada momento, teniendo el control de nuestras vidas en la palma de su mano, o en su puño, poniendo su nombre en los libros de prehistoria y sus chistes en Twitter. ¿Por qué no mira por la ventana? ¿Por qué no se da cuenta de lo que pasa? ¿A caso también le cobran el café a treinta céntimos? ¿No ve que nos ha educado como ovejas y que ahora nos comportamos como borregos? Nos va a dejar sin memoria. Nos va a aniquilar por una estadística. Nos va a destruir por incompetencia. Olvídese de todos los que le rodean. Corte los hilos que le sostienen. y, por una vez, piense con la cabeza.